Índice

La adecuación de los contenidos al tipo de visitante, a sus objetivos. Y el objetivo de la exposición.

Por Esteban Maciques Sánchez.

Como hemos visto cuando nos referimos a la ESTRUCTURA INTERNA DE LA EXPOSICIÓN a las PRIMERAS NORMAS…, el conocimiento de los OBJETIVOS de la exposición es uno de los aspectos fundamentales a tener en cuenta por el guía, a la hora de realizar la visita.

La relación: OBJETIVOS DE LA EXPOSICIÓN--OBJETOS decide el ITINERARIO. O los posibles itinerarios, si tenemos en cuenta LOS OBJETIVOS DEL VISITANTE.

 

Este simple esquema nos demuestra cómo debemos adecuar el recorrido a la finalidad que persiguen los visitantes al ver la exposición.

 

Los OBJETIVOS DE LA EXPOSICIÓN son estables (aunque pueden variar según el contexto que las reciba), atienden a:

1. las actividades que la exposición propone para la comprensión de su tema.
2. las actividades relacionadas con la forma de adquisición de los conocimientos.

Los OBJETIVOS DEL VISITANTE varían, de acuerdo con numerosos factores, entre los cuales podemos señalar:

1. conocer aspectos generales del tema
2. conocer aspectos particulares
3. participar dentro de un colectivo en una actividad
4. realizar una actividad de carácter lúdico o recreativo
5. pasar "un rato agradable" (sin marcado interés de conocer)

Para cada uno de estos objetivos debe haber una visita y, además de preocuparnos de que el visitante se vaya con la satisfacción de haber cumplido su objetivo, debemos hacer porque los nuestros, LOS OBJETIVOS DEL GUÍA, también se cumplan. Estos últimos deben partir de la adecuación de los OBJETIVOS DE LA EXPOSICIÓN a los del VISITANTE, para conseguir formar o iniciar en el conocimiento de temas, de técnicas o modos de razonamiento.

Aun para el visitante que venga a "pasar un rato agradable", lo cual pudiera ser un eufemismo de "me aburro, no tengo nada que hacer, salgo a la calle y me encuentro con una exposición que se llama Rodrigo Gil de Hontañón, no sé quien es, pero entro…", el guía tiene en su "pero entro" la razón sobre la cual basar una actividad dirigida a que esta persona efectivamente pase un rato agradable (su objetivo), transmitiendo algo del contenido de la exposición (parte de sus objetivos) de manera (realización de objetivos del guía) que, además de que el visitante aprenda, se lo pase bien. Esto será así, si vuelve en otra ocasión porque "qué bien me lo pasé con ese señor", "no sabía que la iglesia de mi pueblo, Candeleda, la hizo el tal Rodrigo…" o …, por cualquier motivo, porque todos son válidos, si repite la visita.

La adecuación de la visita al interés-objetivos del visitante es una condición imprescindible para que se cumplan los objetivos educativos que persigue el guía y, de hecho, los de la exposición.

La visita guiada es personalizada, cosa que la diferencia esencialmente de la visita individual, anónima, impersonal.

La capacidad que tiene el guía de "graduar" el mensaje supera, desde todo punto de vista, la linealidad o la estabilidad (estandardización) de los objetivos educativos de la exposición, que no pueden dirigirse, de igual manera, a todos los tipos de público.

Existen muchos criterios de diferenciación del público, a los efectos a que nos estamos refiriendo, y aquí se tratarán someramente:

La edad.

La distinción entre niños, adolescentes, jóvenes y mayores es necesaria no sólo para saber qué transmitir, sino también cómo. Para cualquiera de estos casos, es importante que sepamos si la motivación para la visita tiene que ver con algún plan de estudio (educación reglada). De ser así, el conocimiento previo nos servirá, como ya hemos visto, de referencia. En caso contrario, la indagación previa sobre motivos y conocimientos resulta imprescindible.

En el trabajo con los niños debemos saber que no se conforman con reproducir la información que les transmitimos, sino que se apropian de lo que están recibiendo y llegan a sus propias conclusiones.

Debemos conocer, por medio de preguntas o motivando la participación, qué piensan. Como, en gran medida, reducen lo que aprenden al entorno en que viven (Calvo, 1996), a sus relaciones concebidas de manera idílica, atemporales (el pasado y el presente se confunden), además de la adecuación del lenguaje los contenidos deben transmitirse de la forma más objetiva posible. Esto se logra con el trabajo directo con los objetos y las actividades que seamos capaces de generar en relación con ellos: observación y descripción, manipulación (siempre que sea posible). Los contenidos teóricos deben vincularse lo más posible con su mundo.

Es preferible dirigir la visita a objetivos específicos, a que esta se pierda en divagaciones generales. No hay que olvidar que en una visita no hay tiempo para profundizar en todos los temas y que esta debe servir, sobre todo, para crear inquietudes sobre nuevas cuestiones (que pueden o no continuarse en la escuela); presentar la exposición como un mundo abierto, sobre el que se puede volver, y que sirve de enlace entre lo que se estudia y la vida; aprovechar la capacidad de percepción y de descripción de los niños para contribuir a sus mecanismos de razonamiento y de ordenamiento temporal (antes y después), entre otros.

De ninguna manera se pretende agotar aquí tan amplio tema, a caballo entre la pedagogía y la psicología infantil. Sobre algunos aspectos volveremos cuando hablemos de la relación entre el GUÍA Y LA ESCUELA, y en lo que trataremos en breve sobre LAS PREGUNTAS. Pero, por último, apuntaremos a otros aspectos relacionados con las diferencias entre la forma de enseñar una exposición a niños y a mayores.

A la hora de realizar una visita con niños (incluyendo adolescentes y de "la juventud temprana"), hay que saber que para ellos esta de alguna manera continúa la enseñanza (de hecho se incluye en planes de actividades), por lo que para ellos es fundamental. En cambio, la visita para los mayores, salvo que se trate de especialistas, es algo que depende de su voluntad (extralaboral). Esta contradicción "obligatoriedad"-voluntariedad sólo debe servir al guía para saber que, en el primer caso, debe manejar el contenido de manera que esta "obligatoriedad" se olvide y pase a ser "disfrute". Y, en el segundo caso, esta "voluntariedad" es un síntoma de interés que se debe estimular y hacer crecer.

El guía no debe aparecer en ningún caso como figura de autoridad, ni por su rol ni por su conocimiento, sino como mediador que facilita el intercambio, el aprendizaje relajado. Estas habilidades no sólo dependen de la preparación del guía, sino también de su experiencia y de su autoevaluación.

Las diferencias de edad también, en ocasiones, apuntan a otras.

Nivel cultural.

El hecho de que los niños y jóvenes, cuando la visita está organizada por la escuela, pertenezcan a grupos de un nivel cultural homogéneo, facilita la labor del guía, en cuanto a la forma de organizar la enseñanza de la exposición. Otros factores que favorecen esta labor radican en las similitudes por procedencia, clases sociales, conocimiento mutuo entre los integrantes del grupo. Estas últimas características tienden a ser variables en los colectivos de adultos.

Las similitudes son herramientas que el guía debe utilizar para propiciar la comunicación y el aprendizaje. En el caso de grupos heterogéneos hay que buscar los factores comunes, de conocimiento, inquietudes, estímulos, preferencias y otros para, a partir de ellos, trenzar el hilo conductor de la visita.

Por cierto, en el caso de que el grupo sea mixto, por las diferencias de edad o de conocimientos, la forma de operar atenderá a la organización del contenido de MENOR A MAYOR. De lo más simple a lo más complejo, de lo evidente al concepto, del objeto a los objetos, de los objetos a generalizaciones, todo esto bien graduado.

Cuando un padre va con su hijo a una exposición, se lo pasa bien si su hijo disfruta con la exposición. Si su hijo disfruta y aprende, la lección también le vale al padre, porque le ofrecerá mecanismos de comunicación y, por tanto, la facilitará entre ellos.

El interés.

Más adelante se tratará su importancia y cómo despertarlo. Ahora interesa por las formas en que puede manifestarse y por la actuación del guía ante sus variaciones y diferencias en la visita.
Las reacciones del visitante (que pueden establecerse hasta dentro de un mismo grupo), en relación con su interés, atienden a los distintos niveles de participación y de atención durante la visita, y pueden dividirse según sea su actitud:

-dispersa o contemplativa
-motivada y atenta
-motivada y reflexiva (con participación limitada)
-motivada, reflexiva y participativa

Estas actitudes obligan a la adecuación del contenido, según sea el caso.

Tiempo disponible.

Siempre debe conocerse el tiempo con que cuenta la visita para recorrer la exposición y debemos atenernos a él. Si la visita está bien guiada, debe producir el mismo efecto que una buena película: el tiempo vuela. Pero nunca debe volar más allá del tiempo prefijado. Si menos, mejor. En esto juega un importante papel la adecuación del contenido, su simplificación.

En el caso de visitas no programadas debe puntualizarse este aspecto. Como norma general, una visita no debe durar más de una hora y, si está entre cuarenta minutos y una hora, mejor. En el caso de que uno se ofrezca, de manera voluntaria, para enseñar la exposición a una persona que llega sin previo aviso, es tan importante exponer las ventajas que va a tener una breve visita, como presentarse uno y decir objetivos, etc.

Si alguna conclusión podemos hacer del presente tema, que es más práctico que teórico, esta debe atender al hecho de la necesidad de que el guía domine múltiples discursos -relacionados con una exposición-, y de que tenga la capacidad de hacer flexibles dichos discursos, según los distintos tipos de visitantes. El guía debe tender a este dominio y a esta capacidad, a sabiendas de que lo perfecto es inalcanzable.

Madrid, 2000-2005. arriba

Fuentes.

Calvo, Sivia L. (1996): “La extensión educativa: una propuesta para el público escolar”. En: Museos y escuelas: socios para educar, ed. Paidós, Cuestiones de Educación, Argentina.

 

 
Arqueología y Antropología
Arte Rupestre
Artes Aborígenes
Arte y Arquitectura
Literatura
Historia
Música
Museo y Exposiciones
Política Cultural
Libros
Sobre el autor
 

 

© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso