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Método de enseñanza-aprendizaje: actividades fundamentales.

Por Esteban Maciques Sánchez.

Hablando sobre los distintos tipos de preguntas y hacia dónde nos conducen, hemos visto que, en líneas generales, se partía de las acciones más simples: recordar, identificar, nominar, comparar, hasta llegar a elaboraciones más complejas que nos permitan predecir, reconstruir, formular hipótesis… En el trabajo con el objeto, el proceso iba dirigido de la descripción a la relación, para llegar a la interpretación.

El factor común a ambos procedimientos es el ir de lo más sencillo a lo más complejo. De lo más objetivo a lo más subjetivo.

Se reproduce de esta manera uno de los procesos fundamentales del conocimiento, el que se inicia en el estudio de elementos aislados, de su observación y descripción, de su organización para, a partir de aquí, establecer juicios, conceptos, categorías. Es lo que se conoce con el nombre de descubrimiento inductivo (Morine, 1978). La inversión de este proceso, que permite llegar de lo más general a los particulares que lo conforman, se denomina descubrimiento deductivo. Ambas, inducción y deducción, son vías válidas para conocer, o para enseñar a conocer sobre un objeto o fenómeno.

Cuando enseñamos una exposición, continuamente usamos la inducción y la deducción como métodos. Tenemos en cuenta una serie de características para llegar a una generalización, y partimos de estas para llegar a elementos particulares. El dominio de tales métodos, como el de las restantes herramientas didácticas, facilitan la labor del guía.

El descubrimiento inductivo parte de datos aislados (sueltos) que en su organización nos llevan a la comprensión o formulación de ideas. La reflexión sobre cómo se llega a la "organización" ayuda al visitante a aprender un método de conocimiento, que se complementa con el análisis y la síntesis.


Aquí sólo se han querido presentar estas formas de descubrimiento como uno de los procesos fundamentales del conocimiento, que se utilizan dentro del proceso educativo, que es la enseñanza de la exposición. La aplicación a un objeto concreto de uno de dichos métodos puede verse en el Anexo 3.4.

En este proceso educativo, el MÉTODO DE ENSEÑANZA DE UNA EXPOSICIÓN, que se vale de procedimientos propios, de procedimientos generales típicos de cualquier proceso lógico de conocimiento y de procedimientos específicos pedagógicos, responde a constantes que pueden resumirse en:

1. La activación de los conocimientos previos (REMEMORACIÓN) que servirán de base para las actividades que se van a ejercitar. Esto es fundamental en la INTRODUCCIÓN DE LA EXPOSICIÓN, pero también en cualquier momento que lo justifique. Se consigue establecer lazos no sólo de comprensión, sino también de mutuo interés.

2. La presentación del orden de la exposición, y el desarrollo progresivo, graduado, y "retroalimentado" de dicho orden, de acuerdo con su HILO TEMÁTICO o la vertebración del contenido.

3. La causalidad (más que la yuxtaposición de ideas) o el encadenamiento de la progresión de la visita, basada en la actuación del guía como mediador o propiciador.

4. La consolidación de los conocimientos adquiridos y de los medios por los que se han obtenido, a partir de la reflexión sobre cada uno de estos procesos y de las relaciones que los condicionan.

Para entender cómo llevar a efecto este MÉTODO partamos del MÉTODO DE ENSEÑANZA general propuesto por Pozo (1999, p.82), y adaptémoslo a nuestros propósitos:

QUÉ
aprendemos o queremos que
alguien aprenda
RESULTADOS o CONTENIDOS
CÓMO
se aprende ese o esos resulta-
dos buscados
PROCESOS

CUÁNDO, CUÁNTO, DÓNDE

deben utilizarse los procesos
de enseñanza-aprendizaje
CONDICIONES
Etc.

QUÉ: atiende al TEMA de la exposición y a sus OBJETIVOS, a los OBJETOS-TEMA y a los OBJETOS-CONTEXTO, a todo lo relacionado con el contenido fundamental de la exposición y a aquellos procedimientos que queremos que se apropien.

CÓMO: se refiere a todos los recursos que utilicemos para conocer el QUÉ: actividades que ayuden a la observación y a la descripción, preguntas, refuerzos del contenido, retroalimentación, procedimientos inductivos para la formulación de ideas, entre otros, y su articulación en "procesos de aprendizaje".

CUÁNDO: apunta a la validez de la aplicación de los anteriores procesos, en dependencia de las circunstancias: momento, intensidad.

Como una exposición es cambiante, no sólo porque ella misma no aparezca dos veces iguales, sino porque los distintos tipos de público obligan a formas diferentes de enfoque, es imposible que aquí se ofrezcan todas las posibilidades que ella brinda de enseñarse. De hecho, cuando enseño (prefiero repetir enseñar que utilizar "mostrar") una exposición a mis guías, siempre les digo que esa "es mi manera particular de hacerlo. Que podría hacerlo de otras formas. Que no es mejor ni peor que la de ningún otro guía. Y que cada uno le imprime su sello personal."

Y es un ejercicio para los guías hacer prácticas diversas con la misma exposición, con la finalidad de prepararlos para los diferentes públicos.

Entre los principales procedimientos de que se vale el guía para cumplir con el MÉTODO (enseñanza-aprendizaje) de la exposición, podemos destacar:

1. DESPERTAR o AUMENTAR el INTERÉS del visitante.
2. LA SENSIBILIDAD.
3. REACCIÓN EMOTIVA.
4. INSPIRACIÓN.
5. MOTIVACIÓN.
6. LA ATENCIÓN.
7. LA RECUPERACIÓN Y LA TRANSFERENCIA.
8. CONCIENCIA Y CONTROL DE MECANISMOS DE APRENDIZAJE.

DESPERTAR o AUMENTAR el INTERÉS del visitante.

Transformar el interés. Tanto o más importante que saber qué conocimientos tiene el público que visita la exposición es aumentar su INTERÉS. El interés es un punto de partida para el guía pues está más cercano al sentimiento y a la emotividad del visitante, lo que hace que los conocimientos adquieran un tinte de propiedad personal, "algo especialmente querido". Matar el interés es cerrar la puerta del conocimiento.

Hace unos días fui a ver la segunda parte de "Misión imposible", había visto la primera y esta prometía una tarde de entretenimiento con efectos especiales, acontecimientos insólitos y otras emociones. Casi al comienzo de la película, la chica, que luego será la del protagonista, reta al chico en una carrera de coches, para que este demuestre su valía. El coche de ella termina colgando de un barranco y ella sujeta a la puerta, hasta que llega él. La salva. Se besan. Fue suficiente para que desapareciera mi interés y comenzara a pensar que bien hubiera podido invertir mi tiempo en un mejor entretenimiento. Nada, se cumplió lo de "segundas partes…"

Despertar el interés no es una "misión imposible" para el guía. Cuando una persona entra a una exposición, cuando un grupo va a visitarla, existe una pequeña motivación (interés) a la cual debemos, no sólo asirnos, sino también estimular.

La exposición brinda múltiples ocasiones para acrecentar el interés inicial, por su forma, por su contenido. Pero una de las vías que garantizan el aumento del interés consiste en darle al visitante el protagonismo en el acto de conocer, dejando que sus conocimientos iniciales del tema crezcan con su esfuerzo (haciéndole ver estos progresos) y todo esto por nuestra mediación, por la manera en que lo vayamos induciendo.

Los objetos no hablan ni transmiten información por sí mismos. Hay que saber leerlos, entrar en comunicación con ellos. El interés se despierta cuando, ante la exposición, actuamos como si fuera un libro: enseñemos a leer, pero que sea el público quien lea, quien disfrute con la lectura y, mejor, si podemos hacer que se crea autodidacta.

Transformar el interés en necesidad espiritual es una de las aspiraciones de todo educador, y algo muy difícil de conseguir en exposiciones temporales. Pero cuando se consigue hacer disfrutar y hacer ver los múltiples provechos que se sacan de la visita a una exposición, estamos dando los primeros pasos hacia la creación de esa necesidad.

La sensibilidad.

Estrechamente relacionada con el interés, la sensibilidad se estimula por medio de la atención visual (la observación, la descripción); la sensibilidad táctil por la manipulación de objetos (siempre que sea posible); la percepción estética por la argumentación de valores, por la estimulación de la creatividad a partir de los viejos y los nuevos conocimientos.

Los caminos para el desarrollo de la sensibilidad son infinitos, y en ellos juegan un importante papel (Zetterberg, p. 61) el saber despertar la conciencia de qué es lo que vemos, lo que apreciamos, qué tenemos en nuestra memoria visual, qué imaginamos, cuál es nuestra experiencia pasada, cuáles son nuestras preferencias, qué facilidad tenemos para discriminar, cuál es nuestra escala de valores. El guía debe estar pensando en la posibilidad que tienen estos "caminos" de convertirse en actividades para el visitante, relacionadas con una exposición específica.

En el Municipio de Rivas Vaciamadrid, los VOLUNTARIOS CULTURALES idearon, después de enseñar la exposición "Artes y contrastes" (de artistas plásticos de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid) realizar una actividad con niños. Esta actividad consiste en pintar, sobre un pliego de papel de más de cuatro metros, un "cadáver exquisito" (sucesión de pinturas realizadas por una o más personas con continuidad o no), basado en ideas propias y en motivos de la exposición. Al final, se promueven comentarios sobre qué elementos están y cuáles no en la exposición, y los niños se llevan a la escuela un resultado plástico de la exposición, que pueden, a su vez, exponer. De esta forma se estimula la sensibilidad estética y la creatividad.

La sensibilidad, que surge de nuestra reacción ante los diferentes estímulos, tiene, sobre estos (sobre la exposición) un efecto de boomerang. Así señala Le Marec (1993, p.93): "Numerosos estudios cualitativos muestran que si el visitante es sensible a aquello que se le enseña (objetos, temas, actividades…) es un observador activo […] pues busca los sentidos subyacentes a estas cosas". De manera que si contamos con la sensibilidad de las personas podemos contribuir a acrecentarla lo que hace que, a su vez, se intensifique su relación con la exposición, lo que redunda en su sensibilidad y, así, sucesivamente.

Reacción emotiva.

Es el efecto que causan los objetos a partir de nuestro primer contacto con ellos. El interés y la sensibilidad pueden ser causas que estimulen nuestra reacción emotiva, pero también esta puede hacer surgir y desarrollar los primeros. La sorpresa que nos producen los objetos, el descubrimiento personal espontáneo (experimental) se propicia cuando dejamos que las personas opinen y expresen libremente sus sentimientos, antes de dar una información o valernos de los métodos para profundizar en los objetos. El disfrute visual de colores, de formas; el disfrute conceptual, la posibilidad de significados, están en la base del aprendizaje de la observación, de la elaboración de juicios.

El guía debe cuidar de no frustrar esta reacción, por lo que no debe adelantar acontecimientos (más que los estrictamente necesarios), ni discursar larga e indiscriminadamente porque esto aburre, cansa y termina agotando.

Al respecto expresa Zetterberg (1970, p.63): "…no se debe dejar llevar por su entusiasmo y su sabiduría, él debe ser capaz de informar para abrir el campo de perspectivas apasionantes, no para eliminar con su punto de vista y su interpretación personal posiblemente limitados, otras interpretaciones menos elaboradas, más frágiles, pero llenas de sentido para el individuo interesado (estas son el reflejo de lo que él ve, de lo que lo motiva estéticamente […] Vista de esta manera, la exposición sirve de punto de partida para la imaginación, que puede conducir a numerosas direcciones, suscitar numerosas reacciones tanto prácticas como teóricas".

Por eso es que el guía debe abrir paso a la actuación del visitante, por lo que una pregunta, que permita hacer que se exprese libremente, vale más que una exposición personal. Dado lo complicada que puede ser esta tarea, debe existir una planificación cuidadosa de las actividades, que comprenda los momentos oportunos para informar, para consolidar, para preguntar.

Inspiración.

Es la máxima expresión y culminación espiritual del proceso de apropiación de objetos y de ideas. Con la inspiración, lo sabido y lo imaginado adquieren dimensión personal, de alguna manera. Su carácter marcadamente individual, nos da una pauta de cómo facilitar que surja. En la observación, descripción, análisis, formulación de ideas a partir de objetos o de fenómenos, en el trabajo detenido, en la reproducción de detalles que resulten placenteros, que se puedan recordar por la impresión causada y por los sentimientos despertados (la apropiación afectiva de los objetos), en suma, en el mayor tiempo posible de trabajo (preferiblemente que resulte espontáneo, a partir de una sugerencia inicial) con el objeto, están las raíces de la inspiración.

Motivación.

Es lo que nos permite romper la inercia del esfuerzo que causa aprender. "Moverse hacia" un objetivo es el sentido del término. La falta de motivaciones es una de las causas de abandono no sólo de la enseñanza reglada ("Para qué voy a estudiar, si luego no voy a encontrar trabajo"), sino de cualquier actividad. Sin motivación no tienen lugar ninguna de las actividades anteriores, ni las siguientes, ni se cumplen nuestros objetivos, por lo que debemos saber cómo favorecerla.

De acuerdo con Pozo (1999), hay dos tipos de móviles de la motivación:

Los extrínsecos: cuando hay recompensas como consecuencia de la realización de una actividad (¿Me compras un coche, si…?) Desde luego, este tipo de incentivo, además de establecer vínculos mercantilistas de "toma y dame", tienen el inconveniente de que hacen depender la motivación de su existencia material mantenida.

Los intrínsecos: los que hacen del disfrute y del deseo de aprender fin en sí mismos.
"Para que el aprendiz genere un interés intrínseco por lo que aprende debe percibir una autonomía en la determinación de las metas de su aprendizaje y en los medios para alcanzarlas." (Pozo, 1999, p. 176)

De esta cita es necesario que subrayemos dos cuestiones. La primera de ellas, en la que venimos haciendo énfasis continuamente, es la necesidad de fomentar la acción individual de la persona guiada, que aquí atiende a sus objetivos (metas) y a los métodos de que se valdrá. La segunda es que hemos hecho una distinción entre interés y motivación. Por interés entendemos "inclinación favorable para", y la motivación es el resultado de una mayor reflexión a partir del interés por algo. ("Me interesa la Biología, en general, pero me dedico (motivación) a la antropología").

Es necesario tener en cuenta, con la finalidad de aumentar la motivación (Alonso, 1991; Morine, 1978, Caillet, 1995):

a) adecuar las tareas y la información a los conocimientos previos, -para evitar sentimientos de inferioridad, de desaliento como consecuencia de actividades que estén por encima de las posibilidades reales del visitante- para garantizar el éxito y el aumento de la autoestima.

b) informar de manera precisa los objetivos de las actividades y los medios para alcanzarlos, de manera que no haya desorientación, ni pérdida de tiempo, dejando espacio suficiente para la creación individual y para la exploración.

c) hacer positivos los errores: NUNCA REPETIR LA INFORMACIÓN O EL PROCESO ERRÓNEO, ni reprender, con esto, además de desalentar, se consigue que se recuerde el error. Positivizar un error consiste en conducir, con preguntas, hacia la respuestas correctas, tomar "lo que valga" de la respuesta incorrecta y de ahí partir, hacer ver el error como un paso en el camino hacia lo cierto. Es importante aminorar el temor al fracaso (eliminarlo es casi imposible y, contar con que se puede fracasar, es parte del juego, parte del camino que lleva al conocimiento). Frente al temor al fracaso, el optimismo y el placer de aprender.

d) continuamente relacionar las nuevas actividades con los móviles de las personas. Partir para estas de las intervenciones del público (interesa lo dicho en alta o en baja voz).

e) valorar los progresos en el aprendizaje, como parte de la retribución por el esfuerzo, hacer que se tome conciencia del "placer de aprender".

f) apoyar las ideas, las hipótesis que surjan, y valorar como positivo el hecho de que ideas que se consideraban buenas terminen por desecharse. Todo esto forma parte del proceso del pensamiento.

g) utilizar el intercambio de criterios como vía para conseguir los desbloqueos psicológicos.

h) valerse de los recursos de que disponga (y dispongan) con la finalidad de conseguir que los visitantes vuelvan a las exposiciones.

La atención.

Es una tarea que requiere esfuerzo y que produce un desgaste temporal. Por esta razón a períodos de atención siguen los de desatención. Uno atiende a lo que le interesa, a lo que es sensible o emociona, a lo que inspira, a lo que motiva, por lo que hay que tener en cuenta los cinco aspectos antes tratado. Ahora bien, para aprovechar "el tiempo de atención" es necesario que nuestros movimientos sean como los de un esgrimista, certeros, precisos, y que cuenten con los movimientos del coprotagonista.

La distracción es la consecuencia de la pérdida de la atención. Para procurar la atención es necesario:

a) conjugar lo relevante de la exposición con los intereses del visitante.
b) presentar la información haciendo ver lo novedoso, lo discrepante.
c) resaltar valores de manera graduada, creciente, diversa. La monotonía es la madre del aburrimiento y este la de la pérdida de la atención.
d) evitar las distracciones ociosas (ruidos en la comunicación): charlas desinteresadas, interrupciones en la visita. Una de las causa más comunes de la distracción suele ser la búsqueda del significado de los números que acompañan a los objetos. Esta actividad cansa y se termina abandonando.

Por lo que es muy recomendado que en los montajes las cartelas con información aparezcan junto a los objetos, o se utilicen vídeos, grabaciones u otros medios que despierten la atención.

La recuperación y la transferencia.

Atiende a la necesaria vinculación entre los conocimientos antiguos y los nuevos, para que estos últimos se consoliden. La recuperación es la acción de rememorar, reforzar, hacer ver lo que se sabe, como base para lo nuevo.

La transferencia lleva consigo el proceso de enlazar lo que se ha aprendido y lo que se está aprendiendo, con el conocimiento inicial. El proceso de enseñanza-aprendizaje de una exposición semeja una espiral que asciende, al tiempo que tiene en cuenta las espiras que, en su aparente retroceso, permiten avanzar en el conocimiento:

La espiral de la enseñanza de una exposición.

Estas acciones pueden realizarse en la medida en que tenemos en cuenta las seis anteriores, sobre todo en lo que se refieren a las actividades que pueden generarse en torno a los REFUERZOS DIDÁCTICOS y a la RETROALIMENTACIÓN.

Conciencia y control de mecanismos de aprendizaje.

Se trata de hacer consciente a la persona guiada (en la medida en que lo permita el sistema de enseñanza-aprendizaje de la exposición, y con las diferencias que se establecen con la educación reglada) de los siete procesos anteriores. De nuestras posibilidades de actuar en este sentido depende el cumplimiento de la función de "enseñar a aprender".

Madrid, 2000-2005. arriba

Fuentes.

Alonso Tapia, J. (1991): Motivación y aprendizaje en el aula: cómo enseñar a pensar, ed. Santillana, Madrid.
Caillet, Élisabeth y Évelyne Lehalle (1995): À la approche du Musée, la mediation culturelle, Presses Universitaires de Lyon, Collection Muséologies.
Le Marec, Joëlle (1993): “La interactividad, encuentro entre visitantes y ‘conceptistas’”. En: Publics et Musées, nº 3, juin, Presses Universitaires de Lyon.
Morine, Harold y Greta Morine (1978): El descubrimiento: un desafío a los profesores, ed. Santillana, S.A., Madrid.
Pozo Municio, Ignacio (1999): Aprendices y maestros. La nueva cultura del aprendizaje, Alianza Editorial, Madrid.
Zetterberg, Hans L. (1970): Role des Musées dans l’education des adultes, Conseil International des Musées, Inglaterra.

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso