Idolillos colgantes de piedra en la cultura taína,
Cuba. Agradecimientos.
Por Esteban Maciques Sánchez.
El acceso a la colección del Gabinete de
Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de
La Habana me fue posible gracias a la Lic. Cristina Sánchez
Sarazúa y a la técnica Irma Pardo Olivé, quienes
me atendieron pacientemente. Los fondos de arqueología de
la Academia de Ciencias de Cuba pude revisarlos por la gentileza
de la C. Dra. Lourdes Domínguez y por el Lic. Milton Pino.
A este último, además, agradezco sus palabras de orientación
en los primeros pasos de este trabajo. De igual forma, en la propia
Academia, soy deudor del especialista Víctor Otilio Acanda
González, quien reclasificó mineralógicamente
la colección de ídolos estudiada y me dio criterios
al respecto. La colección del Museo Provincial de Holguín
me fue accesible por la colaboración de las Lic. Gisela Gálvez
e Ileana Rodríguez, las que me acogieron con verdadera hospitalidad.
En la propia ciudad de Holguín, tuve la oportunidad de consultar
no sólo el valioso conjunto de reproducciones de ídolos
taínos de la profesora Caridad Rodríguez, sino sus
propios apuntes y bocetos personales de ídolos, algunos ya
desaparecidos, sin los cuales hubiera sido imposible dar una visión
de conjunto de los cemíes colgantes de piedra cubanos. A
tan desprendida colaboración, mi más profunda gratitud.
Toda la fotografía ha estado a cargo del fotógrafo
Reynaldo Rodríguez, de la Facultad de Biología de
la Universidad de La Habana. El trabajo paciente y delicado de dibujar
ídolo por ídolo, más todas las figuras de este
estudio, fue realizado por el Arq. Víctor Hernández
González y por el estudiante de Historia del Arte de la Universidad
de La Habana José Ramón Alonso Lorea. Este último,
quien se especializa de manera prometedora en arte precolombino,
contribuyó también críticamente a la mejor
solución de ideas y a su plasmación plástica.
A ambos, mi más sincero agradecimiento. El desvelo porque
este trabajo llegara a su fin hizo al Dr. Manuel F. Rivero de la
Calle brindarme no sólo su propia biblioteca, sino su gestión
personal para la consecución de bibliografía fuera
de Cuba que, de otra forma, me hubiera resultado trabajoso adquirir.
Por si fuera poco, revisó críticamente el manuscrito
original. Agradecimiento sin límites debo al M. C. Arqu.
Ramón Dacal Moure, quien ha seguido paso a paso todo el proceso
de esta investigación y quien la ha revisado y criticado
con sabia objetividad. A los que no nombro y me han apoyado espiritualmente.
Ciudad de La Habana, 1992.
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