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LUIS MONTANÉ: DOS EXPEDICIONES ARQUEOLÓGICAS A LA GRUTA DEL PURIAL, 1888 Y 1904.

Por Pablo J. Hernández González.

I

A lo largo del siglo XIX se reportaron con frecuencia hallazgos de materiales óseos o de arcaica factura humana en diversos sitios de la Isla de Cuba. Los hallazgos, cuya pista puede seguirse en correspondencia o en la prensa periódica, no obstante, frecuentemente no quedaban registrados más allá del suceso local o la ilustración de un coleccionista. No es de extrañar que, buscando acopiar el máximo de información sobre las antigüedades antropológicas del archipiélago, la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba (1876) mostrase especial interés en todo reporte de evidencias o sitios relacionados con la presencia humana más remota en suelo cubano. (1)

Así, a inicios de la década de 1880, poco más de un lustro de fundada, la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba (SAIC), por consideración de sus miembros decidió divulgar este interés en los hallazgos, enviando comunicaciones al interior de la Isla a aquellas personas que por su residencia o labor pudieran tener noticias de tales evidencias. Ingenieros, hacendados, y en especial médicos rurales fueron los destinatarios de solicitudes y cuestionarios acerca de tales antigüedades que pudieran dar a conocer.

A los efectos del tema que se aborda, ya desde finales de 1883, se tenía noticia de un sitio interesante en la serranía de Sancti Spiritus, y que la SAIC decidió investigar a tenor con reportes recibidos nombrando una comisión autorizada para estudiar los reportes. Tales pesquisas fueron materializando elementos, a partir de comunicaciones despachadas desde Sancti Spiritus, por dos corresponsales de la Sociedad habanera, en enero y febrero. En abril de 1884, había llegado a la Habana un envío de materiales calcáreos con contenido de fragmentos óseos. Tan interesantes resultaron tales datos, que en la sesión pública ordinaria correspondiente a la fecha citada se decidió enviar instrucciones y un cuestionario detallado a Sancti Spiritus para que practicaran reconocimientos que abundaran en información.

Para finales del año 1887, la Sociedad Antropológica contaba con un envío nuevo de valiosos materiales óseos, entre ellos un cráneo, colectados en la serranía de Banao y remitidos por el párroco del poblado homónimo, a quien se debía la más temprana advertencia al respecto. (2)

Por tal razón cuando reunida en sesión pública ordinaria la Sociedad Antropológica (enero 29, 1888) se comunicaron nuevas noticias abundando sobre el tema de los añosos huesos humanos en las montañas de Banao, tal evento suscitó renovada atención entre los asistentes. Según los datos leídos por el académico Dr. Benjamín Céspedes, en una oquedad rocosa -informaba el corresponsal- localizada en un sitio denominado El Purial habíanse observado varios cráneos y huesos largos de curiosa disposición, asunto que consideraba de interés comunicar de nuevo a la institución científica, de los cuales ya algunos se habían remitido a la capital.

Con estos antecedentes, vista la reacción de los académicos a la lectura de la minuta, el Dr. Céspedes propuso al pleno el nombramiento de una comisión correspondiente que revisaría el material recibido y conservado en la Real Academia, como hiciera una evaluación de la posibilidad de enviar un delegado a observar in situ el sitio en cuestión. Aceptada la moción, los doctores Luis Montané, José R. Montalvo, Benjamín Céspedes y Arístides Mestre, pasaron a constituir la Comisión. (3)

Cinco meses más tarde, habiéndose establecido la validez del hallazgo, y su significación para la ciencia, tuvo lugar el nombramiento del comisionado encargado de revisar las evidencias que aún se hallaban en la gruta. Es así que el 19 de junio de 1888, el Dr. Montané es designado para trasladarse “... al lugar de la isla donde crea existan objetos de Arqueología o curiosidades que deban figurar en un Museo y se sirva coleccionarlos para el de esta Academia” (4). Revisando la correspondencia de Montané se ha podido establecer la fecha de su partida, tal como reza una comunicación al Dr. Mestre datada en La Habana en junio 23 de 1888. (5)

Un día después (junio 24) zarpa del Surgidero de Batabanó. El viaje, descrito por Montané años después, lo llevó a recalar en Cienfuegos, Casilda y Tunas de Zaza, donde desembarca en junio 26. En esta última localidad sostiene una entrevista de la que apenas se tiene referencia, con el sacerdote Perdigón, y que presumiblemente enriqueció los datos que poseía Montané sobre su encomienda. Aquí, contó con la compañía del Doctor Bernabé Mencia, quien desde Sancti Spiritus viajó a recibirle. Cubierta esta fase, ambos partieron por ferrocarril a Sancti Spiritus recibidos en la ciudad por el Dr. Rudesindo García Rijo, a quien Montané está recomendado y que asumió el rol de anfitrión del catedrático habanero.

Las condiciones meteorológicas de la estación contribuyeron a ponerle obstáculos iniciales a los preparativos lo que reflejó Montané en su recuento “... desde hace algunos días lluvias torrenciales caen todas las tardes sobre estas montañas y posponen mi salida hacia el monte” (6). Tal coyuntura permitió el cultivar relaciones de sociedad entre las autoridades, como el alcalde Marcos García o en el mundo ilustrado de la villa, los doctores García Rijo, Moazini, Cuervo, Mencias y Rabell. Estos, amén de invitantes, compañeros de expedición y objeto de posteriores reconocimientos por su sustancial concurso.

II

Amainados los temporales, el grupo expedicionario partió a Sancti Spiritus en junio 28, 1888, rumbo a las alturas de Banao. Tomaron por el camino real de Trinidad hasta alcanzar el poblado de Banao al filo de ese mediodía, haciendo un alto en casa del Sr. Pérez, vecino del lugar. Aquí, la expedición completó el personal de apoyo para los trabajos de excavación, que ahora numeraba dos prácticos, cuatro peones y un fotógrafo local.

Saliendo de Banao, a poco abandonaron el camino real y penetraron en el valle de Los Limpios, cubierto de pastos y regado por un curso fluvial de igual topónimo. Acota Montané que esta región abarca dos leguas (11 Km) en sentido Norte-Sur y alrededor de media, de Oeste a Este, constituyendo una comarca escasamente accidentada “... de difícil acceso para las cabalgaduras y limitado en todos sus extremos por numerosos grupos de elevadas lomas de la misma cordillera. (7)

El atardecer del 28 les sorprende en el potrero Las Llanadas, donde acampan en la estancia del propietario Don Rafael Santander, alias Don Pita, veterano de la Guerra Grande, el cual les proporciona abrigo y víveres, consintiendo agregarse a la expedición en calidad de avezado práctico.

Con el nuevo día (junio 29) el orden de marcha sufre una variación. Lo quebrado del terreno en las cercanías obliga a decidir que en vista de las perspectivas condiciones del camino a seguir “... Nuestras cabalgaduras debían quedar, como quedaron hasta el regreso de la expedición en aquella finca, pues (...) continuaríamos la marcha, por tierra, por ser imposible de todo punto poder atravesar a caballo la distancia que quedaba hasta llegar a la gruta ...” (8). Guiados por Santander se encaminaron hacia el Hondón, punto situado en el camino del río Higuanojo, a buena distancia del punto de partida, según acota Montané en sus apuntes. Bajo constante temporal alcanzan las márgenes del Higuanojo que se constituiría ahora en la principal referencia del trayecto. Luego de otra accidentada marcha siguiendo este curso, hacen un acto en la margen derecha del río, un lugar a la vista de la denominada gruta de los indios por los montunos de la zona de Gavilanes abierta sobre la ribera opuesta.

Vadeado el Higuanojo, un grupo de los expedicionarios, el personal de auxilio, acampa en una oquedad más cercana al río, mientras que Montané, García Rijo, el alcalde García, guiados por el práctico Santander, emprendían la subida en pos de la gruta. Rememora en su conferencia, años más tarde, el doctor Montané: “... emprendimos la subida a la deseada gruta: Don Pita marchaba delante de nosotros, atando cuerdas a los árboles de nuestro tránsito, a los que nos asíamos fuertemente para poder avanzar... Llegamos, en fin, a una hilera de árboles que parecen sembrados expresamente para tapar la entrada de esa cámara sepulcral”. (9)

La “Gruta del Purial” localizada en la ladera Este del pico Tuerto del Naranjal, entonces enclavado en el denominado dominio de Gavilanes, se abre en la margen izquierda (oeste) del río Higuanojo, en los mismos límites de los entonces términos municipales de Trinidad y Sancti Spiritus. Montané, en su informe de 1916-1917, atribuye a la gruta una cota de 447 metros, no obstante, posteriores mediciones altimétricas y su ubicación topográfica marcan el lugar en la curva de 240 metros sobre el nivel medio del mar. (10)

Abierta en una falda boscosa, hace un siglo mucho más tupida y húmeda que en la actualidad, orientada longitudinalmente al NNE-SSE, es descrita como una oquedad que “... mide diez metros de altura a la entrada, por cinco de ancho, y reduciéndose más y más hacia el interior, hasta desaparecer en una numerosa roca calcárea, agrupación de otra piedra cuya base parece ser una substancia ferruginosa.”

Montané observa la presencia de dispersas estalagmitas en el suelo de la gruta, así como algunas estalactitas y luego anota: “... a cada lado de la gruta se aprecia una capa de incrustación que colma las hendiduras de la formación calcárea pizarrosa y que se ha corrido hasta el nivel del suelo donde se extiende por un largo de dos metros desde la izquierda hacia el fondo, formando así una superficie de erosión de un espesor de 20 a 30 centímetros. Esta lámina está recubierta de una capa vegetal, en la que predomina la de tipo calcáreo, la cual se extiende fuera de la zona ocupada por el área estalagmítica, es decir, a la derecha y a la entrada misma de la gruta”.

En su descripción de las peculiaridades del lugar hace notar que en uno de los extremos de la gruta se evidenciaba una notable masa pétrea, casi circular, de alrededor de metro y medio de ancho por alrededor de medio de espesor con señales de haber sido removida de su lecho original por curiosos o buscadores de reliquias precedentes, y en la que se percibían, con cierta atención, restos humanos incrustados. (11)

Tras una observación del sitio, Montané dispuso iniciar los trabajos en el lugar practicándose una serie de calas en la entrada de la gruta que luego se extendieron a otros puntos de la superficie. Simultáneamente el propio Montané, secundado por el Dr. Cuervo, procedía a aislar el material óseo que incrustado en la masa calcárea se ofrecía a su vista. “Logramos extraer” -dice- “aunque cubiertos en parte por los fragmentos de la misma piedra cuatro cráneos enteros y las piezas de tres más, así como un buen número de huesos largos”.

Fue en este sitio, al pie de la gran masa pétrea, que se descubrió el entierro de disposición más sorprendente y que el autor del hallazgo describe en su informe al Congreso de Washington: “... en la base de esta masa calcárea, desprendida de la pared y completamente alterada, descubrimos una serie de cráneos que reposaban sobre un lecho de abundante ceniza. Estos cráneos estaban dispuestos intencionalmente formando una semicircunferencia, concéntricamente los huesos largos fueron dispuestos en X, más concéntricamente aún las costillas, los huesos cortos y planos, en el centro los huesos pélvicos”. (12)

Prosiguiendo la búsqueda de más evidencias, quedó determinado que a la entrada de la oquedad, en toda su extensión “... como a media vara de profundidad de una capa de tierra, apareció otra capa de piedra estalagmítica de idéntica formación a la de la gruta" (13). Debajo de este nivel, en otro estrato terroso que califica “de aspecto diferente” y posiblemente llevada para cubrir restos humanos que ahí aparecían en mayor número que en las incrustaciones calcáreas, pero en deplorable condición, destruyéndose al ser extraídas. En esta misma capa se observaron abundantes restos de jutías, aves, peces y conchas marinas, así como granos de palmera (corojo). Profundizando, localizaron un fogón, junto con abundantes restos de alimentación animal y corojo, aquí también se obtuvo, “... una piedra semicircular con un desgaste (por frotamiento) en su centro y con pequeños agujeros en sus extremidades, presentando en los bordes cortes muy gruesos hechos por la mano del hombre” (14). Revisando cuidadosamente la tierra, obtuvieron un fragmento de mandíbula humana, así como “... un cierto número de dientes de forma extraña y especial, de los cuales ignoramos durante mucho tiempo no sólo el valor científico, sino su verdadero origen”. (15)

Regreso.

Empacadas las muestras, los miembros de la expedición abandonaron las laderas del pico Tuerto del Naranjal, y retomando la senda de las Llanadas alcanzaron Banao, donde despidieron prácticos y auxiliares y retornaron al punto original, la ciudad de Sancti Spiritus (junio 50).

Dos días después (julio 2, 1885) en telegrama cursado a la capital, Montané anuncia el resultado de su experiencia y el descubrimiento realizado en el Purial, como puede verse en la reproducción del texto (16):

 

telegramamontane

 

El 8 de julio, según consta en la documentación conservada actualmente, dirige Montané una nota a la real Academia de Ciencias en la que expone su regreso a La Habana:

“Tengo el gusto de manifestar a Ud. para que en mi nombre lo haga a esa científica corporación que con esta fecha he regresado de Sancti (Spiritus) a donde me trasladé con objetivo de llevar a cabo las investigaciones antropológicas para que fuí comisionado por la Real Academia de Ciencias, debiendo al mismo tiempo manifestar que he tenido la fortuna de encontrar varios interesantes objetos que figurarán oportunamente en el Museo de la institución...

Creo además, cumplir con un deber al consignar a esta comunicación en que doi (sic ) cuenta del resultado de mi comisión cuanto han contribuido al éxito de mi empresa la benévola acogida que al comisionado de la Academia de Ciencias han hecho todas las personas de Sti. Spiritus a quien tuve la necesidad de ocupar, pues con el más culto y exquisito desinterés me proporcionaron cuanto de ellas necesité mostrando así de una manera inequívoca su laudable deseo de contribuir a nuestro progreso científico. (17)

III

Menos de una quincena después de haber comunicado su retorno a la capital el Dr. Luis Montané expuso, en la sesión de la Real Academia correspondiente al 22 de julio de 1888, el resultado de la expedición que realizó a nombre de la entidad científica. En su relación expuso:

“... he tenido la fortuna de encontrar objetos de grandísimo interés para la Ciencia del hombre en general, y muy particularmente para la historia antropológica de este país, los que darán lugar a una extensa y detallada memoria que he de presentar más adelante.

A esos objetos recogidos por mí en la Sierra de Banao en la cueva denominada la “Boca del Purial”, hay que agregar un ídolo de madera y una colección de hachas indias, de piedra pulimentada, donada por nuestros dignos compañeros, Drs. Moazini, García Rijo, Cuervo Mencías, Rabell de St. Spiritus con la expresa condición de que sean propiedad inalienable de la Academia de Ciencias de La Habana. (18)

Prosiguiendo, hizo reconocimiento del sustancial aporte con que contó en la ciudad espirituana, de la actitud de autoridades, y vecinos pidiendo que la Academia “cumplirá un deber justo comunicándoles oficialmente las gracias por los favores y deferencias que con extrema generosidad prodigaron a su comisionado”. (19)

Leída su noticia, y acogida receptivamente por los concurrentes, un día después, la Academia, en sesión pública ordinaria, y por mediación del Dr. Montalvo, testimonió a Montané la satisfacción de sus miembros por la gestión de la Comisión enviada a la provincia de Santa Clara. Se propuso un voto de gracias para Montané, otro para el Dr. Torralbas -en su calidad de gestor del proyecto-, así como la redacción de un comunicado oficial agradeciendo a aquellos que en Sancti Spiritus cooperaron en el exitoso desenlace de la empresa. Tales sugerencias fueron unánimemente adoptadas. (20)

IV

Montané, en 1900, hizo llegar a París, parte del material óseo colectado en Sancti Spíritus, doce años antes. No obstante, este permaneció sin ser estudiado hasta que, durante la estancia del científico cubano en la capital francesa, en el verano de 1904 fue requerido por sus colegas de la Sociedad Antropológica de París, para disertar sobre los cráneos hallados en la serranía central de la Isla en 1888. En el transcurso de una sesión de trabajo que incluyó una conferencia extraordinaria en la Sociedad de Americanistas, se estudiaron los especímenes cubanos del Purial que Montané donó al Museo de París, comparándolo con similares piezas procedentes del área americana continental, opinando los catedráticos que las muestras insulares diferían de los cráneos hasta entonces considerados Caribe y mostraban especial afinidad a aquellos procedentes de la península de Yucatán. Se debatió un hipotético poblamiento de la Isla de Cuba por el Occidente, mediante un pretérito puente terrestre. En la ocasión, “(...) el sabio Hamy bautizó el hallazgo antropológico de la expedición de 1888 con el título de “Hombre de Sancti Spiritus ...”. (21)

De regreso a La Habana, en sesión pública ordinaria de la Academia de Ciencias correspondiente a noviembre 11, 1904, se concedió al Dr. Montané la oportunidad de una intervención extraordinaria. Procedió, entonces, a exponer sus experiencias en la Sociedad Antropológica de París, así como retomó fragmentos de su informe de viaje, y un extracto de lo aparecido en la prensa a raíz de la expedición de junio de 1888. Hizo público el criterio de los antropólogos franceses concerniente al poblamiento indígena de Cuba, y expuso que, como resultado del intercambio de experiencias que tuvo en aquella ocasión: “Los antropólogos de París, teniendo en cuenta las modernas investigaciones hechas a virtud de excavaciones profundas en los mismos lugares en que habían hecho otras superficiales le aconsejaron repitiese sus investigaciones en ese sentido” (22). Además, Montané creyó conveniente volver a abordar el asunto por la cercanía del Congreso de Antropología de Mónaco, a celebrarse en un par de años, y donde aparecería el tema del “hombre de Sancti Spiritus” en las temáticas de discusiones. Recordó, agradecido, los auxilios financieros y las atenciones profesionales que los miembros de la Academia de Ciencias tuvieron para con la Comisión que él representó dieciséis años atrás, e “... invita a la Corporación a que lo ayude como en época anterior”. (23)

Apelación esta que no fue soslayada por los académicos quienes tuvieron a bien habilitar los elementos necesarios a la idea. Para diciembre 24, 1904, cumpliendo la encomendada por la Academia de Ciencias, llegaron a Sancti Spiritus los doctores Luis Montané y Sebastián Cuervo Serrano. De nuevo son huéspedes del doctor R. García Rijo y disponen del eficaz concurso del ingeniero Modesto del Valle. La cobertura de los espirituanos es tan notable y oportuna como tres lustros atrás. La preparación del aseguramiento de la misión científica precede la llegaba de los comisionados y un considerable grupo de participantes se les unirá en la segunda exploración del Purial. Son los doctores Rafael Galí, Wenceslao Fernández Calzada, Fernando Cancio Madrigal, Modesto Iznaga y Abelardo Carbonell (24). En los preparativos habían participado otros vecinos de la localidad, aunque no se incorporaron a la comitiva que realizó la excursión. (25)

En diciembre 25, proceden a tomar la ruta de Banao, por el camino de Trinidad, en dirección a Las Llanadas. Alcanzan la finca El Cacahual, en las cercanías de su destino. Aquí, hacen alto y abandonan sus monturas, y tanto los expedicionarios como sus auxiliares y prácticos comienzan el ascenso por las estribaciones de la serranía. Este trayecto fue comentado por un cronista, cuando escribió que para los participantes había sido ineludible “... andar siete leguas a caballos y, después, aproximadamente, cuatro a pie, escalando rocas unas veces, otras haciendo peligrosas bajadas, agarrados de arbustos y raíces, o haciendo equilibrios sobre troncos de árboles, colocados en el cauce del río, a la manera de puentes improvisados cada vez que era necesario”. (26)

Llegados a las grutas, hallaron que buscadores de reliquias habían alterado el estrato superficial, removiendo casi todo el piso de la oquedad. No obstante, un examen más minucioso permitió determinar que “... a la izquierda existía una Toba que separaron; debajo de ella recogieron una bóveda craneana envuelta en una substancia calcárea. En la parte no removida dan un corte hasta una profundidad de metro y medio, y esas capas del subsuelo contienen huesos de animales (pájaros, pescados), dientes y huesos humanos, lajas de piedra toscamente ralladas con un desgaste en el medio...” (27)

Un hecho significativo de esta expedición resultó el empleo del registro fotográfico de las labores, que dejó constancia tanto de los participantes, como de la gruta y su entorno, de un valor histórico inestimable. A diferencia de la primera oportunidad, en esta la labor gráfica del ingeniero Del Valle legó abundante material, que permite apresar la atmósfera de la ocasión. (28)

Colectado el material, y empacado al uso de los prácticos que les acompañaban, regresaron a su campamento de la finca El Cacahual, donde se hizo un alto temporal, para partir luego los comisionados, acompañantes e impedimenta en demanda de la ciudad de Sancti Spiritus, donde arribaron horas después.

V

En comunicación oral efectuada ante el pleno de la Academia de Ciencias, la primera semana de febrero de 1905, y reunida en sesión ordinaria, Montané dio cuenta de la gestión de la Comisión que compartió con el doctor Cuervo en Sancti Spiritus, el anterior diciembre. Agradeció a los presentes, y a la entidad, en especial, su decisivo aporte pecuniario en ambas expediciones del Purial, así como el determinante apoyo recibido en  Sancti Spiritus, en lo fundamental por parte del doctor García Rijo, y el ingeniero M. del Valle. Señala, también, la insuperable colaboración de su compañero de expedición, el doctor Cuervo Serrano. Gracias a todo este apoyo moral y material, comenta, la obra iniciada pudo completarse con procedimientos novedosos y adecuados, se colectaron ejemplares de singular valía y se puede, sin duda, formar con veracidad la historia del “Hombre de Sancti Spiritus”.

Al tocar el tema del estudio del material óseo proporcionado por ambas expediciones, Montané considera que la hipótesis de los académicos sobre la relación de los cráneos del Purial con especimenes antiguos de México no pasa de ser una simple impresión científica, y que sólo el estudio antropológico detallado de las muestras cubanas, una comparación exhaustiva con piezas de otras áreas, permitiría alcanzar conclusiones válidas (29). El estudio de este viaje daríase a conocer en un informe a ser presentado en el inminente Congreso de  Antropología convocado en el principado de Mónaco.

Los materiales colectados en ambas misiones científicas, y tal como se expresó públicamente en aquellos días: “...existen hoy en el Museo Antropológico que bajo la acertada dirección del doctor Montané (...) se fomenta en nuestra Universidad." (30)

Algunas ideas a modo de consideraciones finales.

1- De la expedición de 1888 pueden derivarse las siguientes:

a. Es el primer reporte de un entierro secundario conocido en la Isla de Cuba.

b. Es la primera expedición arqueológica organizada y financiada por la Real Academia de Ciencias con un propósito de estudiar una locación específica.

c. Constituye una misión científica que pretende proporcionar material de estudio para una colección de arqueología cubana, en vías de integración.

d. Se ponen en práctica métodos de prospección superficial, con el empleo limitado de calas en algunos puntos de interés.

e. El estudio de las evidencias colectadas en un medio científico europeo, y las opiniones al respecto son un reconocimiento a la capacidad y competencia científica de un investigador cubano y a la calidad de las instituciones que representa y le apoyan.

2- Durante las jornadas de 1904:

a. Se trata de precisar a partir de la búsqueda de argumentos materiales cubanos una hipótesis científica acerca de la historia temprana americana.

b. Practícanse excavaciones profundas, con estudio estratigráfico general y mejor ubicación de las evidencias aparecidas.

c. Aumenta el número de materiales colectados con destino a la colección antropológica del recién creado Museo Montané.

3-

a. En los informes de Mónaco (1906) y Washington (1916) el tono y las conclusiones son cautelosos y razonados. Montané expone las características y resultados de sus trabajos, pero evita con tacto el aceptar las tesis filogenistas ni la teoría de la fosilización de las evidencias cubanas.

b. Descarta la hipótesis discutida a principios de siglo, de un origen mexicano para la población primitiva de la Isla.

c. Desde 1892, Montané ha expuesto un criterio particular, sobre la existencia de dos culturas indígenas en la Isla, una propia de oscuro origen y otra, más reciente, de raíz sudamericana.

d. En su informe de 1916, Montané no acepta las conclusiones de F. Ameghino sobre la antigüedad fósil del hombre de Cuba. En resumen, su criterio mantiene la prudencia al generalizar sus ideas en su resumen, mucho más a la luz del informe de Alec Hrdlicka en el mismo Congreso, que descarta la tesis del autoctonismo humano en Las Américas.

4-

Cabe reconocer a Montané su competencia profesional y la discreción con que maneja las repercusiones de sus hallazgos en diversas latitudes científicas, ya sea la idea del origen mexicano de Hamy (1900) o la tesis autoctonista de Ameghino (1911). Sin pruebas más concluyentes se abstiene de definiciones, de hipótesis sensacionales, de ostentosas pretensiones teóricas, se inclina por una opinión sobria, más reposada, mantiene una serenidad científica siendo centro de una dilatada polémica. Aunque sin duda, no carece de criterio y argumentos.

El haber descubierto un sitio interesante y unas muestras inusuales, “... nos da el derecho de que no creamos todavía que estamos autorizados a admitir una nueva especie extinguida del género homo cubensis, de que no podamos suponer que hemos descubierto el hombre fósil de Cuba...” (Washington, 1916).

Agradecimientos.

Al profesor arqueólogo Ramón Dacal, por inspirar y sostener esta idea; al Dr. Manuel Rivero de la Calle por sus observaciones; al Lic. William Gattorno Ragel, por la valiosa orientación archivística; al Dr. Hiram Dupotey, quien me facilitó trascendente material de su colección personal; al C. Dr. Esteban Maciques por la traducción de fuentes; al Lic. Eusebio Meyes por las facilidades de acceso al Archivo Central U.H.

También al Lic. Luis Olmo; el profesor Gilberto García; el investigador Jesús Chirino y el arqueólogo Alfredo Rankin por su substancial aporte y orientaciones en el trabajo de terreno que el autor realizó en Sancti Spiritus.

Al investigador Otto Hernández Garcini, por su concurso cartográfico.

A Marisol Cruel, por el empeño tomado en este trabajo.

A Luisa García, por su siempre providencial auxilio mecanográfico.

Referencias.

(1) Al respecto, véanse las Actas de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, La Habana, 1966. Los folios 80, pág.173, los folios 82 y 83, pp.174-175, correspondientes a 1883 y 1884, y los folios 23 y 26, del 1898, pp.198-199.
También, Montané, Luis. L’  homme fossile cubain. Estudio presentado ante el segundo Congreso Científico Panamericano-Washington, E.U.A. Diciembre 27, 1915 - Enero 8, 1916 pp.1-3. Traducción cortesía del C. Dr. Esteban Maciques, 1988.
Los corresponsales espirituanos eran el sacerdote Andrés Perdigón y el Dr. Germán García Rijo, el primero residente en Banao, y el segundo en Sancti Spiritus.

(2) Concluida ya esta versión, en mayo de 1988, conocimos del informe del investigador Luis Olmo, del Museo de Historia Natural de Sancti Spiritus, quien ha descubierto documentos en el Archivo Municipal y la Iglesia Parroquial, acerca de Andrés Perdigón y la comisión de Montané, acerca de la cual ha escrito una ponencia.

(3) Actas de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. Compilación, prólogo e índices por Manuel Rivero de la Calle. Comisión Nacional de la UNESCO, La Habana, 1966, pp.197-198.

(4) Montané, Luis. Expediente Académico. Carpeta 3, Expediente No.2, Archivo Centro de Estudios de Historia y Organización de la Ciencia (CEHOC), Academia de Ciencias de Cuba.

(5) Carta al Doctor A. Mestre. La Habana, junio 23, 1888. Fondo Montané, correspondencia. Carpeta 5, No.2, Archivo CEHOC, ACC.

(6) Montané, Luis. “En la Sierra de Banao” (Impresiones de un viaje por la costa Sur, Junio de 1888). Conferencia leída en la Universidad de la Habana, el 23 de Marzo de 1907, en Revista de la Facultad de Ciencias (RFC), Volumen IV, No. 3, La Habana, Mayo 1907. Archivo CEHOC.

(7) Idem, pág.309.

(8) Ibidem, pág.310.

(9) Ibidem, pág.313.

(10) Montané, L. L’ homme fossile..., pág. 3. El arqueólogo Alfredo Rankin, en una comprobación realizada en el terreno determinó estos datos, que han sido extraídos de una comunicación personal facilitada por el Dr. Manuel Rivero de la Calle, en 1987.

(11) Montané, L. “En la Sierra ...” RFC, IV, 3, pág. 313.

(12) Montané, L. L’ homme fossile..., pág. 3. Este constituye el primer reporte de entierro secundario realizado en Cuba.

(13) "En la Sierra...". RFC, IV, 3, pág. 313.

(14) Ibidem, pág.314.

(15) L’ homme fossile..., pág. 4.

(16) Fondo L. Montané. Correspondencia. Carpeta 3, Archivo CEHOC.

(17) Idem. Carpeta 3. Presumiblemente dirigida al Dr. Mestre, Secretario General de la Comisión de la Academia.

(18) Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, físicas y naturales de La Habana. Tomo XXV, La Habana, 1888, pág.232. Fondo CEHOC.

(19) Idem.

(20) Anales de la Real Academia de Ciencias... Tomo XXV, La Habana, 1888, pp.343-344, Archivo CEHOC.

(21) Mestre, Arístides. “En pos del hombre prehistórico de Cuba”. El Mundo Ilustrado. Febrero 8, 1905.  Recopilado por Fermín Valdés Domínguez. Colección. Hiram Dupotey.

(22) Montané, Luis. "El hombre de Sancti Spiritus". Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales. Tomo XLI, 1904-1905, pp.207-208. Fondo Centro de Estudios de Historia y Organización. de las Ciencias, ACC.

(23) Idem.

(24) Canelo, César. “El Hombre de Sancti Spiritus”. El Fígaro, La Habana, enero 29, 1905. Colección Dupotey.

(25) S.A. “Una excursión Científica”. La discusión. La Habana, diciembre 24, 1904. Colección Dupotey.

(26) S.A. “Excursión Científica a Sancti Spiritus”. La lucha. La Habana, enero 8, 1905. Colección Dupotey. Una legua provincial cubana era entonces de alrededor de 4.4 kilómetros lineales.

(27) Mestre, Dr. A. “En pos ...” El Mundo Ilustrado, febrero 8, 1905.

(28) Véase el citado número de El Fígaro, enero 29, 1905, donde se muestra parte del material fotográfico. Otras imágenes reproduce Mestre en su mencionado artículo. También Mark R. Harrington reprodujo algunas exposiciones, en particular del vestíbulo de la gruta espirituana, en su indispensable Cuba antes de Colon. Cultural, S.A., La Habana, 1935, tomo 1.

(29) Mestre Dr. A. Op. cit., febrero 8, 1905.

(30) S. A. “Excursión científica...”, La Lucha, enero 8, 1905.

Fuentes.

Fuentes Bibliográficas.

Actas de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. Compilación, prólogo e índices por Manuel Rivero de la Calle. Comisión Nacional Cubana de la UNESCO. La Habana, 1966.

Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, La Habana 1888, 1904.

MESTRE, Arístides. Montané y la Antropología Cubana, La Habana, 1938.

MONTANÉ, Luis. L’ homme fossile Cubain. Estudio presentado ante el Segundo Congreso Científico Panamericano. Washington, E.U.A. Diciembre 27, 1915 - Enero 8, 1916.

MARRERO Artíles, Leví. Geografía de Cuba. Editorial T. T. ALFA, La Habana, 1955.

Fuentes Documentales.

MONTANÉ, L. Expediente académico. Archivo Central, Universidad de la Habana.
Fondo Montané. Museo Antropológico Montané, Facultad de Biología. Universidad de La Habana.
Fondo Montané. Archivo del Centro de Estudios de Historia y Organización de las Ciencias. Academia de Ciencias de Cuba. La Habana.
Recortes de Fermín Valdés Domínguez (1890-1904). Colección personal de Hiram Dupotey Fideaux. La Habana.

Fuentes Publicísticas.

El Fígaro. La Habana, 1905.
El Mundo Ilustrado. La Habana, 1905.
La Discusión. La Habana, 1904.
La Lucha. La Habana, 1905.
Revista de la Facultad de Ciencias. Universidad de la Habana, La Habana, 1907.

Fuentes Orales.

Entrevistas al Arql. Ramón Dacal Moure, Museo Montané, La Habana, 1987-1988.
Entrevista al Dr. Manuel Rivero de la Calle, Museo Montané, La Habana, 1987.
Entrevista al Arql. Alfredo Rankin Santander, Trinidad, 1987.

Fuentes Cartográficos.

Instituto Cubano de Geodesia y Cartografía. Atlas de Cuba. Edición XX Aniversario del Triunfo de la Revolución Cubana, La Habana, 1978.
Instituto Cubano de Geodesia y Catastro. Cuba: Escala 1:50 000, edición 1956-1957.
Instituto Cubano de Geodesia y Catastro. Cuba: Escala 1:250 000, edición 1965.
PICHARDO Tapia, Esteban. Carta Geotopográfica de la Isla de Cuba 1860-1872. Edición facsimilar. Biblioteca Nacional José Martí. La Habana, 1970.

ApÉndice al artículo.

A quien pueda interesar.

HAGO CONSTAR: Que he leído la ponencia preparada por el profesor Lic. Pablo J. Hernández González, de la Fac. de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana, y que fuera presentada en el III Encuentro Provincial de Arqueología, efectuada en la ciudad de Santiago de Cuba, en el mes de marzo de mil novecientos noventa. La referida ponencia que tiene como título “Luís Montané: Dos expediciones arqueológicas a la gruta del Purial; 1888, 1904”, recoge en forma muy ordenada y con fuertes elementos documentales, todas las incidencias relacionadas con dichas expediciones. El texto, con 22 páginas de extensión, posee al final 30 referencias y se anotan las fuentes bibliográficas, como cartográficas, orales y documentales utilizadas.

Es nuestra opinión que el trabajo del Prof. Hernández González, constituye hasta el presente, la mejor reconstrucción realizada, y la única hasta este momento, de las expediciones del Dr. Montané, y aclara muchos aspectos históricos que quedaban aún un tanto confusos. A esto debemos agregar que la presentación de la misma en el evento santiaguero, fue realizada con ajuste al tiempo exigido y expuesta con gran claridad, apoyándose además en materiales audiovisuales.

Se brindan en el texto de la ponencia una serie de ideas, elaboradas a partir del análisis de la documentación y del proceso de elaboración científica, realizada por el investigador, las que no vamos a repetir, pues se recogen en el trabajo, pero debe destacarse que constituyen un aporte al conocimiento, no sólo del trabajo científico llevado a cabo por Montané en el Purial, sino también al de su personalidad, ambos aspectos hasta hoy muy poco conocidos. Felicitamos al prof. Pablo Hernández González por su magnífica ponencia, y para constancia de todo lo anteriormente expresado, firmo la presente, en la Ciudad de La Habana, a los veinte días del mes de Octubre de mil novecientos noventa. Año 32 de la Revolución.

Dr. Manuel Rivero de la Calle. Profesor Titular, UH.
Ciudad de La Habana, 1990. arriba

 

© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso