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INDICES; UNA ACLARACIÓN NECESARIA.

Por Abelardo Mena.

En una suerte de rocambolesca ausencia, la “Memoria del Comisionado Sr Emilio Heredia” se ha mantenido ajena al escrutinio de estudiosos e historiadores del arte, pese a permanecer varias décadas en una biblioteca reconocida como el Centro de Documentación Rodríguez Morey, del Museo Nacional de Bellas Artes. Este silencio o invisibilidad- compendio de desmemoria y violencia histórica- contribuyó sin dudas al surgimiento y circulación de numerosos mitos sobre el museo fundado por Heredia. Mitos que fueron convertidos en verdaderas “leyendas negras”, transmitidas a sotto voce, que denostaron no sólo la intensa labor cívica del arquitecto en su momento, sino incluso el rol y peso del primer museo en la historia institucional del país.

En ese sentido, la cifra básica de objetos donados, prestados o regalados a la nueva institución –fuesen obras de arte o meros utensilios- aportada por el propio Heredia en su informe al nuevo secretario de Instrucción Pública (Total de Objetos 5,317), nunca fue mencionada, ni siquiera en las escasas aproximaciones a este evento, fuesen tesis académicas o artículos en publicaciones periódicas. ¿Se trata de mero desconocimiento o la necesidad de ocultar lo ya inocultable, es decir, el éxito rotundo de esta iniciativa cultural en los albores del siglo XX cubano?

De ahí que, cuando en marzo del año 2012 surge el diseño general de una “revisitación” a Memorias..., pensamos que una de las secciones del libro más necesaria serían precisamente los anexos o índices. Sin ellos, por un lado, la mera reproducción facsimilar de las páginas del texto de Heredia conduciría a la repetición arqueológica de su contenido. Por otro, sin temores medievalistas, las posibilidades ofrecidas por las tecnologías de análisis nos permitían hurgar en el informe administrativo como una fuente mensurable de información concreta, más allá de las pérdidas documentales acontecidas en el siglo XX, sobre el affaire Heredia-Museo Nacional.

Cruzar los instrumentos de la computación con los del Arte era una posibilidad impostergable en el afán de devolver el Museo de 1913 a su justo espacio en la historia cubana. E iluminar espacios inexplorados de una historia del arte, nutrida por lo general más de criterios subjetivos que de las inmersiones precisas en datos y archivos. En todo caso, debíamos avanzar más allá de las enumeraciones del propio arquitecto. Y propiciar a través del análisis de datos un panorama más preciso de las expectativas artísticas y corporativas de la sociedad cubana del momento, protagonista indiscutible en la fundación del Museo.

Ciertamente, esta tarea será parcial, inconclusa hasta que la institución no publique otro monumento documental de su devenir: el Registro General de Adquisiciones y Donaciones de objetos del Museo Nacional 1912 –1959, compilado con gracia caligráfica por Antonio Rodríguez Morey, su más longevo director. “El libro de Morey”, como se le conoce en el argot de los curadores patrimoniales, registra y amplifica el texto de Heredia con prolijas descripciones que facilitan la identificación de los objetos adquiridos por el arquitecto en 1913. Amén de constituir –con implícita voluntad cívica- el rastro más fiel del patrimonio (no por valioso menos volátil) custodiado por el Museo a lo largo de la República, hasta el advenimiento de la Revolución.

Como integrantes de los Anexos, los Índices de Materias y el Índice Onomástico de Donantes Privados e Institucionales, son especialmente útiles. El primero revela el alcance verdadero del coleccionismo en la isla, refutando con creces la afirmación sobre la escasa valía de las obras de arte y esculturas coleccionadas, en virtud del carácter enciclopédico del museo propuesto por Heredia. Por su parte, en el Índice Onomástico de Donantes es un punto esencial en la construcción histórica del coleccionismo insular, donde detectamos no sólo las “afinidades” culturales de cada propietario o empresa, sino incluso se hacen visibles actos de despojo sucedidos en la dinámica cultural del momento. Como los practicados sobre los artefactos musicales y rituales de las culturas de origen africano: aportados por numerosos “Donantes Anónimos”, esta frase encubre las capturas de estos objetos, efectuadas por las razias policiales sobre las fiestas afrocubanas.

La técnica es la técnica.

Para cuantificar y agrupar toda la información brindada por Heredia, se elaboró una base de datos en Microsoft Access 2013. La misma consta de 5 tablas relacionadas, a saber: tbl_categoría, tbl_donantes, tbl_objetos, tbl_subcategoria1 y tbl_subcategoria2. La tabla principal es la tbl_objetos, la cual presenta los siguientes campos:

1. Id_objeto: es el campo identificador y autonumérico (que toma el número de forma automática)
2. número: representa el número otorgado por Heredia dentro del catálogo.
3. objeto: representa el nombre y descripción (cuando la hubiera) del o los objetos donados.
4. Donantes: representa el nombre(s) y apellido(s) de los donantes, ya sean personas o instituciones.
5. cantidad: representa la cantidad de objetos donados en cada entrada referida por Heredia.
6. categoría: representa la categoría dentro de la cual Heredia ubicó cada objeto.
7. subcategoría1: representa la primera subcategoría en la que Heredia divide cada categoría.
8. subcategoría1: representa la segunda subcategoría en la que Heredia divide cada subcategoría1.
9. página: representa la página en la que se encuentra (dentro del catálogo) cada objeto referenciado.

Esta estructura de la base de datos permite diferentes tipos de agrupaciones de ítems y filtrado de datos. Con ellos, se pudo elaborar un índice onomástico de donantes, proceso para lo cual se efectuó previamente un análisis y reagrupación de éstos, pues se presentaba el mismo nombre bajo distintas estructuras. Por ejemplo: Sr. E. Heredia/Sr. Emilio Heredia; Sres. Cayón Hnos./Sres Cayón y Hermanos. Igualmente, al filtrar y agrupar las categorías y subcategorías en las que Heredia ubicó los objetos donados, fue posible elaborar un índice de materias, realizando los cálculos de las entradas y los objetos donados en total de cada uno. Con estos datos se elaboraron gráficos de pastel para ilustrar el porciento que representa cada materia: las Bellas Artes (como señala Heredia) fue la materia a la cual se destinó el mayor número de donaciones, seguida de Historia Patria.

Además, se establecieron dos índices de donantes privados: por cantidad de entradas (como su nombre indica, por cada entrada registrada en las Memorias, más allá de su clasificación o agrupamiento) y por ítems (cantidad de objetos mencionados en cada entrada). Se utilizó el mismo procedimiento En cada caso se calculó el porciento que representaban y se crearon los gráficos de pastel ilustrativos.

Vade Retro!

La cantidad de objetos alcanzó los 8921, superando con creces los cálculos de Heredia. Para no ceder ante optimismos vacuos, hicimos caso a agrias voces que clamaban: “…el procedimiento empleado no es preciso ni científico…”, o “permite (por la naturaleza casi etérea de las materias registradas por el arquitecto) un grado de imprecisión que lo hace francamente deleznable, inútil, para el estudioso”.

Para refutar o afirmar dichas sentencias, francamente escépticas, decidimos volver a calcular las cifras totales, tras excluir aquellas entradas que no precisaban números exactos en sus entradas. La cifra resultante es de 8901, apenas veinte menos. Es decir, la cifra total resulta todavía superior en miles a los cálculos del arquitecto. Si cada una de estas entradas fuese contrastada con la nota correspondiente en el Registro de Morey, el resultado será probablemente mayor. Una tarea presta para futuras investigaciones.

Con certeza, lo verdaderamente anti-científico hubiera sido renunciar a computar, por métodos modernos, la inmensa contribución que Heredia, los cubanos y cubanos de la época hicieron a la cultura y la resistencia nacional en 1913. Guiados por esta convicción, en esta edición personal denominada “Emilio Heredia, el Museo Nacional y las Memorias de un Comisionado”, decidimos incluir el Anexo, excluido de la edición que el Museo realizara meses atrás con la editorial Boloña.

En la década del 60, con la creación del sistema nacional de museos, numerosos objetos engrosaron las colecciones de otros reservorios de la memoria, como mostró la exposición “fundacional” que el Museo de Bellas Artes exhibió de Abril a julio del 2013. A otros se les ha perdido el rastro, devorados por los avatares de la Historia y el descuido patrimonial.

La Habana, 2013.arriba

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso