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Animismo y mitología en la plástica taína.

Por Esteban Maciques Sánchez.

Cualquier intento de establecer relaciones entre mitos (colectados por primera vez en lengua española en 1498) y manifestaciones específicas del arte taíno debe partir, obligatoriamente, de la referencia al texto clásico de aquel "pobre ermitaño de la Orden de San Jerónimo", fray Ramón Pané, Relación acerca de las antigüedades de los indios.

Los ídolos o cemíes "son de diversas hechuras", dice fray Ramón (1974, p. 41), "Los de madera se hacen de este modo; cuando alguno va de camino dice que ve un árbol, el cual mueve la raíz; el hombre con gran miedo se detiene y le pregunta quién es. Y él le responde: llámame a un behique y él te dirá quién soy. Y el hechicero o brujo corre enseguida a ver el árbol (...) y le pregunta: Dime quién eres, y qué haces aquí, y qué quieres de mi y porqué me has hecho llamar. Dime si quieres que te corte, o si quieres venir conmigo, y cómo quieres que te lleve (...) Entonces aquel árbol o cemí, hecho ídolo o diablo, le responde diciéndole la forma en que quiere que lo haga"... (Subrayado EMS).

Se trata quizás de la única muestra literaria sobre cómo se seleccionaba el material y qué pasos se seguían para la conversión de dicho material en ídolo. Hecho de singular importancia, si creemos, como Sven Loven (1935, p. 578), que "Teniendo en cuenta que sólo los cemíes eran considerados en sus ritos, consultados para consejos, conocedores del porvenir, esto quiere decir que el cemiismo constituye el elemento fundamental de la religión taína".

De la cita de Pané es necesario atender a dos aspectos fundamentales. El primero, el que se refiere a la latencia y al reconocimiento de la divinidad, en su existencia bajo la forma de un elemento natural, el árbol: finamente cortado y luego tallado, en donde adquiere el dios corporeidad singular. El segundo, que la forma específica del dios le es referida al hechicero por la propia deidad.

Sin duda, primeramente se subraya una concepción animista, al concebir, mágicamente, la presencia de vida -más aun, de la vida de un ser superior- en elementos naturales que son parte esencial e inseparable de la existencia de este hombre. Adolfo de Hostos (1941, p.99) lo confirma, si bien a partir del estudio de los ornamentos, cuando dice, "La ausencia de motivos y decoraciones de orden vegetal, a pesar de la maravillosa flora tropical, se debe a que se concebía el espíritu de las plantas viviendo en las formas humanas o animales”. Esto explica el estrecho vínculo entre los ídolos antropo o zoomorfos, o antropozoomorfos, y las fuerzas de la naturaleza que ellos incorporan y representan, teniendo como soporte o medio para este vínculo el material a partir del cual han sido concebidos.

A la manera de las columnas griegas clásicas, mutatis mutandi, en las que Zeus habita porque son estancias que tienen su origen remoto en el tronco del árbol sagrado y fulminado por el rayo, algunos cemíes, como el conocido Ídolo del Tabaco, son verdaderos ejemplos de comunión de la materia prima con el objeto de culto (de arte). Así, la pieza terminada concuerda en justa medida con el pensamiento animista que primero la ha prefigurado y luego la ha creado. No en vano Pané, en la cita referida, habla indistintamente de árbol o cemí. En el mencionado Ídolo del Tabaco está vivo, y es perceptible, el espíritu o goeíza del árbol.

Lámina 1. Talla en madera conocida por Ídolo del Tabaco. Museo Antropológico Montané, Universidad de La Habana. Fotomontaje realizado por Marlene García Núñez para esta web.

Por tales anteriores razones, no debe sorprendernos que los idolillos colgantes hayan sufrido un similar proceso de elaboración. Y este proceso, extendido a buena parte de la creación ritual taína, reclama un estudio del arte de la talla, en relación con los materiales empleados. Consultado al respecto Víctor Otilio Acanda González (3-7-91, Laboratorio de Cronología del Cuaternario, Sección de Arqueología, Instituto de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba - ACC), quien llevó a cabo la reclasificación del material lítico de la colección ACC, nos informó que la reiterada presencia de jadeíta en los idolillos lleva consigo la selección consciente del material más apto para la talla, pues no sólo puede ser trabajado fácilmente con rocas más duras, como la silícea, sino que la textura y calidad del material permite la confección, en su terminación, de verdaderas joyas de arte.

Si a lo anterior sumamos que en buena medida la composición general (cerrada) de los ídolos denota una limitación de las técnicas empleadas y, con ellas, un apego al material de origen, vemos que, ahora en la roca, se cumplen de nuevo las normas de elaboración a las que se ha apuntado en el caso de la madera. Qué no podríamos decir, a este tenor, de las espátulas vómicas de costilla de manatí, en donde se aprovecha su curvatura natural para su uso práctico; qué no decir de los ídolos madrepóricos y del madrepórico cubano Deminán Caracaracol, cuyo material remeda la piel escamosa de la deidad, por la sarna; qué no decir del Ídolo de Bayamo, que no logra desasirse del bloque de arenisca compacta en que se destaca (Dacal y Navarro, 1972).

Lámina 2. (a- Ídolo madrepórico que parece representar a Deminán Caracaracol. b- Talla en piedra conocida por Ídolo de Bayamo. Ambos en el Museo Antropológico Montané, Universidad de La Habana.)

La impresión de las formas naturales en el pensamiento y en las creencias de estos hombres cobró vida en sus objetos de adoración, sobre la base del respeto de dichas formas. Este principio es casi una constante en las muy diversas variantes en que aparecen los cemíes taínos. Por sólo citar otros ejemplo, los dioses de la lluvia y de la sequía, Boinayel y Marohu, se asoman a la superficie de la roca caliza en los petroglifos de San Justo, Baracoa, provincia de Guantánamo, para darse a conocer por el rostro llorón y el rostro sin lágrimas, esquematizados, mientras que el resto de la superficie parietal no se trabaja. Y los dioses estalagmíticos de Cabo Cruz, provincia Granma, enseñan sus caras talladas en la roca y hunden en el suelo sin tallar lo que queda de la formación pétrea, como cuerpos que se integran al entorno cavernario o que van surgiendo de él.

Lámina 3. Petroglifos estalagmíticos de Cabo Cruz, provincia Granma, Cuba.

El hecho de que este hombre conciba al dios incorporado, como se ha dicho, al material con que trabaja y, por tanto, vea a este último como algo sagrado, puede ser una de las claves para entender determinadas tendencias del arte taíno, como son el simbolismo y la economía de recursos, la estandardización en oposición a la libertad formal, la relación entre lo ritual-funcional y lo estético.

En cierto momento hablamos de las simples cuentas de piedra de los collares como, cada una, encarnación de la divinidad. Quizás en este momento esa idea nos resulte más comprensible.

"Los cemíes de piedra son de diversas hechuras", apunta fray Ramón Pané (op. cit., p. 43), “Hay algunos que dicen que los médicos sacan del cuerpo, y los enfermos tienen que aquellos son los mejores para hacer parir a las mujeres preñadas. Hay otros que hablan (...) otros tienen tres puntas, y creen que hace nacer la yuca."

Lámina 4. (a- Collar de cuentas de piedra. Museo Antropológico Montané, Universidad de La Habana. b- Trigonolito o piedra de tres puntas. Museo América, Madrid.)

Las ideas animistas del pensamiento mágico taíno -que tienen en sus ídolos máxima expresión artística- no hacen más que acercarnos a comprender la manera en que este hombre se concebía y concebía su mundo: en una unidad indiferenciada entre lo espiritual y lo material, donde las fuerzas naturales se elevan -a través de la naturaleza misma- a divinidades. Pero en esta unidad se subraya la gestión humana, aun mediante la intervención del behique y, sobretodo, en la necesaria del tallista que hace posible la forma de los dioses. Esta “gestión” es especialmente destacable porque entraña la génesis de la cualidad estética, paso de avance indiscutible en el desarrollo cultural de la comunidad.

Fuentes.

DACAL, Ramón y Ernesto Navarro (1972); El ídolo de Bayamo, ICL, La Habana.
HOSTOS, Adolfo (1941): Anthropological papers, Bureau of Supplies, Printing and Transportation, Sn. Juan, Puerto Rico.
LOVEN, Sven (1935); Origins of the tainan culture, West Indies, Goteborg.
PANÉ, Fray Ramón (1974); Relación acerca de las antigüedades de los indios, ed. siglo XXI, México.

La Habana, 1992. arriba

 

 
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© Marlene García 2003 para José Ramón Alonso